DE VELLÓN A LANA
Cuando el vellón de oveja llega a mis manos, todavía tiene el olor del campo. Viene directamente de ovejas merino criadas con respeto en la Patagonia, y desde ese momento empieza un recorrido largo y minucioso. Primero lo lavo, retirando impurezas con agua y tiempo. Luego lo hilo manualmente en rueca, transformando esos vellones en hebras de lana listas para teñir.
LOS COLORES DE LA NATURALEZA
Los tintes que uso también vienen de la tierra. Son mezclas que preparo con elementos naturales recolectados en esta misma región:
- Cáscara de nogal, que da tonos tierra y cobrizos
- Frutos de maqui, que tiñen de violáceo profundo
- Hojas secas de radal o pañil, que aportan matices ocres y dorados
DE LA LANA A TU CUERPO
Finalmente, tejo cada pieza en telar de madera. Punto a punto, la hebra cobra forma, textura, abrigo. Es un proceso lento, que no busca la perfección mecánica, sino el carácter único de lo hecho a mano. Cuando terminás envolviéndote en una de estas piezas, sabés que venís de ese recorrido: de la naturaleza a tu cuerpo.